Compartimos un encuentro entre la concejala de Igualdad y tres mujeres bastetanas en el Día Internacional de las Mujeres Rurales
CIRCUNSTANCIAS DISTINTAS…
Para hablar de este 15 de octubre, Día Internacional de las Mujeres Rurales, lo primero que habría que dejar claro es que vivir en un entorno rural no supone solo salir al campo todas las mañanas, trabajar la tierra con nuestras manos o cultivar los mejores y más sanos productos. Quizás sea conveniente aclarar, para empezar, que cuando nos referimos a mujer rural no estamos hablando exclusivamente de agricultoras o ganaderas. Defender a la mujer rural supone entender, comprender y asimilar que en las pequeñas poblaciones la vida de las mujeres tiene unas circunstancias distintas, diferentes, en unas cosas mejores y en otras peores, a las que se tienen que enfrentar las mujeres que viven en las grandes ciudades, lo que serían las mujeres urbanas.
PERO AQUÍ SE PUEDE…
Baza, a la que unos califican como pequeña ciudad y a la que otros identifican como pueblo grande, ofrece un escenario propicio para la calidad de vida, aunque adolezca de ciertas posibilidades laborales. En eso coinciden las tres mujeres con las que se ha reunido la concejala de Igualdad del Ayuntamiento, Priscila, para hablar de cómo es su día a día como mujeres rurales que son. Elena, Mónica y Mª José son empresarias y han tenido que robarle un par de horas a su trabajo. Son bastetanas y tienen hijos. Y maridos. Han quedado en la terraza de un bar y en la charla han reconocido el importante avance que Baza ha registrado en la última década en cuanto a la igualdad con el hombre empresario. Apenas notan ya discriminación. “Las mujeres rurales ya no aceptamos un no por respuesta y mucho menos por ser mujeres; somos capaces de labrarnos nuestro propio camino, como cualquier hombre”. “Incluso mejor”, responde una y confirman las demás con un gesto. “La mayoría de las mujeres funcionamos por retos y utilizamos mucho la insistencia… a veces somos muy pesadas para conseguir lo que queremos”.
AUNQUE SIGUE HABIENDO OBSTÁCULOS…
No obstante, conforme avanza la conversación, a la que ya se ha unido Antonia Agudo, responsable del Centro Municipal de Información a la Mujer, van cayendo en una misma conclusión: aún queda mucho por hacer para conseguir la igualdad plena entre sexos, especialmente en el mundo laboral, sobre todo en estas zonas rurales donde las oportunidades de empleo pueden ser más limitadas en las grandes urbes. Cada una de ellas tiene un ejemplo o una anécdota para ilustrarlo. Mónica nos cuenta que suele tratar mucho con las mujeres de los empresarios a la hora del papeleo, que son ellas las que le acercan los documentos o las que se encargan de organizarlos; Mª José nos contó la sorpresa de un grupo de viajeros cuando descubrieron que había sido ella la que había conducido el autobús que los acaba de llevar a Madrid; Elena ironiza al relatarnos aquella reunión a la que asistieron apenas cuatro mujeres entre varias decenas de hombres. “Si te paras a pensarlo quizás si encontramos momentos o situaciones en las que se ve la distancia que hay que seguir andando para hacer normal la igualdad”.
Y HAYA QUE SEGUIR TRABAJANDO POR LA IGUALDAD…
Juntas, las cinco, han querido hacerse una foto con la réplica de la Dama de Baza que preside la exposición “50 miradas a una Dama”, en el centro cultural Santo Domingo. Escuchándolas, se puede llegar a la conclusión de que están contentas con sus vidas, de que, aunque son mujeres rurales, están “empoderadas” y son dueñas de su futuro. Se las ve orgullosas de las familias que han creado y que alimentan a diario con su esfuerzo y su tesón. Hay obstáculos, sí, pero se pueden saltar y seguro que irán siendo cada vez más pequeños para las mujeres que vengan detrás. “Nuestros hijos (ni siquiera se paran a decir “y nuestras hijas”, porque les sirve el plural neutro) seguro que no se van a parar a hablar de estas cosas y que lo verán todo mucho más normal”. Están seguras. Y para que así sea, todas consienten en reunirse en un foro para hablar de la mujer rural e incluso para hacer una ronda de charlas o encuentros con los estudiantes de los institutos. Para que sepan, si es que aún no lo saben, que ser mujer rural no debe ser ningún motivo para vivir ni peor ni mejor. Solo para vivir como cada uno quiera. PORQUE EL FIN MERECE LA PENA…